martes, 20 de septiembre de 2011

EN LA FRONTERA DEL CREPÚSCULO


Coquetean mis manos con la póstuma luz del atardecer
y entre sus resplandores examino tan sólo
la existencia de su presencia cálida,
el recuerdo que nos interroga desde el mar perdurable.

Escudriño el vestigio radiante que
-en la lejanía-
anhela mi regreso,
la luna vestida de naranjas,
la placidez de aquel mirador.

Y todo confluye aquí,
cuando mis manos se licuan
con la luz última del ocaso
afortunadamente liviano,
etéreo como la llama que se arrellana en la memoria,
incorpóreo como las acrobacias sosegadas de las aguas,
volátil como el estación que me imagina
en el lindero de la voz que desciende y me señala
en la frontera del crepúsculo.

---
©Mar – Septiembre 2011

No hay comentarios: